miércoles, 13 de marzo de 2013

Habemus Papam


El cardenal Jorge Mario Bergoglio fue electo hoy como nuevo Papa de la Iglesia católica. No es ningún secreto la situación tan difícil que atraviesa esta institución en estos días. De hecho, se ha especulado que la salida de Joshep Ratzinger es consecuencia de esta y que más que su salud, su salida era necesaria para cuidar de la salud de la Iglesia ¿Porque? Porque no tenía la suficiente fuerza ni física ni política para poner orden dentro del Vaticano. Hoy, tenemos Papa y tres son las señales que nos mandan desde Roma, para entender que soplan nuevos vientos.

En primer lugar, tenemos al primer Sumo Pontífice latinoamericano. Con apenas 19 cardenales en el Conclave, América tiene al 50% de los católicos en el mundo. Más aún, América del Sur concentra al 25%. Es decir, si había una región del mundo olvidada en el seno de la Iglesia, esta era América Latina. Por supuesto, no se trata de un gesto amable para reconocer el peso de la población de nuestro continente, si no una reacción ante la deserción de católicos en esta región del mundo: se especula que actualmente, un 15% de católicos (bautizados) latinoamericanos han pasado a una iglesia protestante. El mismo Papa Benedicto XVI expresó su consternación ante esta situación. 

 En segundo lugar, el nombre mismo que ha adoptado el cardenal Bergoglio, ya que este hace referencia a San Francisco de Asis. Más allá de los datos biográficos del santo, quiero dejar escrita la impresión que tengo de él desde mi niñez: un hombre compasivo y humilde, que buscaba la hermandad entre los hombres y la santidad ante el Señor. Para entender la figura de Francisco de Asis en el imaginario popular, baste recordar el mal atribuido poema titulado "Oración de paz de San Francisco".

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh, Maestro, que yo no busque tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.
Si bien, el santo no es el autor de esta poesía, el hecho de que se le haya atribuido a su persona nos deja ver  la imagen que se tiene de él en la cultura popular. Sin ánimo de generalizar, me parece que cualquier persona que haya oído las historias sobre San Francisco las ha guardado en su memoria de la misma forma, y esto lo ha convertido en uno de los santos más entrañables en la cultura occidental.

Esta misma impresión ha querido dejar Jorge Mario bergoglio en los católicos, cristianos y no creyentes de todos los rincones del mundo, con el nombre adoptado, con su vestimenta al momento de salir al balcón como Francisco I y con sus primerar palabras. Importante señal en estos tiempos, en los que la Iglesia católica, más que nunca en su historia, ha sido acusada de corrupción, ya no sólo por sus rivales religiosos, si no por un mundo secular que ve con horror como se han permitido casos terribles de pederastia a su interior, con la complicidad de los altos jerarcas en la Curia Romana, entre muchas otras graves acusaciones fundamentadas sobre abusos, corrupción y una vida muy alejada de lo que enseño Cristo. De hecho, el cardenal Bergoglio goza de fama de santidad y humildad en su comunidad, tal como la tenía Francisco de Asis.

Finalmente, la señal que me parece la más importante en estos tiempos de crisis, porque no solamente es retórica, sino bastante pragmática: estamos ante el ascenso del primer Papa jesuita. La Compañia de Jesús fue fundada en 1529 por Ignacio de Loyola, general español que abandono las armas para servir al Papado. De hecho, su cuarto voto es la obediencia incondicional a esta institución y ninguna otra orden religiosa tiene uno parecido. Su papel en la Contrarreforma fue fundamental ya que su disciplina militar los hacía los elementos más efectivos en la campañas de evangelización y debido a su preparación intelectual y espiritual, fueron confesores y maestros de monarcas y príncipes. Debido a estas características, muchos gobiernos los han expulsado de sus países a lo largo de la historia. Su poder político, financiero y religioso es innegable en el mundo. Por ejemplo, Napoleón escribió sobre esta orden:
"Los Jesuitas son una organización Militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder para controlar al mundo bajo la voluntad de un sólo hombre [El Superior General de los Jesuitas] El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más grandioso y enorme de los abusos."
Los jesuitas no solamente han sido temidos por gobiernos seculares o el propio Vaticano, sino que han sido tenidos como rivales de las Iglesias protestantes. Por ejemplo, los jesuitas han sido acusados por estar detrás de la masacre del día de San Bartolome, en 1572.

Es difícil distinguir entre la historia y la leyenda negra de los jesuitas, pero lo cierto es que ésta es una de las ordenes religiosas más importantes en la actualidad, con un peso político importante. Por ejemplo el arzobispo jesuita Luis Ladaria Ferrer sirve como secretario de la Congregación para la doctrina de la fe, antes Santa Inquisición mientras que Federico Lombardi, lo hace como secretario de prensa del Vaticano.

En medio de la batalla del camarlengo contra el decano, es decir, entre los seguidores de Juan Pablo II y Benedicto XVI,  y los escandalos, como el de pederastia en el seno de congregaciones religiosas como la legión de Cristo o los mencionados en el Vatileaks, los cardenales parecen  alzar la voz e invocar a la orden religiosa más fiel y obediente al Papa, para poner orden en una Iglesia que ha perdido autoridad moral en el mundo moderno y fortalcer una institución como el Papado, que se ha debilitado por no ser capaz de controlar la corrupción en la Santa Sede.

El mensaje es claro: la Iglesia buscará acercarse al mundo con humildad, sí, pero también con autoridad para restaurar su misión en la tierra. Finalizo con las primeras palabras de Francisco I, que nos dejan ver que esta será el propósito de la Iglesia en los próximos años.
“Comenzamos este camino juntos, un camino de fraternidad, de amor y de confianza entre nosotros. Recemos siempre unos por los otros, recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad”.



3 comentarios:

  1. Buen análisis de la elección del nuevo Papa, muy relevante. Estaré al tanto de tu blog, me gustó.

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  2. Muchas gracias por leerme, Andrés! Saludos,

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