jueves, 1 de junio de 2017

La necedad del Peje

Aunque no lo crean (los que me conocen) no soy un <<fan>> del Peje. De hecho, me he sentido molesto con él muchas veces. El Peje tiene muchos errores, como todos, pero que dada su posición, resultan mucho más visibles y perjudiciales. Podríamos buscarle varios, pero me quedo con uno: su necedad. Desde que empezó a recibir los reflectores como jefe de gobierno, hemos visto como se involucra en problemas con otros actores políticos por insistir en imponer su visión, aún cuando esto le traiga problemas incluso con la ley. Por ejemplo, cuando fue jefe de gobierno se metió en problemas por desacatar un orden judicial, la cual terminó con el famoso caso del desafuero. No quiero meterme en esta polémica, pues como mucho se ha escrito sobre el tema, más que un repentino ataque de honestidad por parte del aquel entonces presidente , Vicente Fox, fue una maniobra política. Pero lo que quedó claro es que la necedad de Andrés Manuel lo llevó a estar en el filo de la navaja.

Después como candidato, es bien conocido el episodio del debate. Obrador simplemente se negó a asistir al debate organizado con los candidatos a la presidencia en 2006, aduciendo que no quería caer en provocaciones. Sin embargo, más allá de esta razón, no consideró el costo electoral que tenía, pues gran parte del electorado (más allá de sus incondicionales que todo le justifican), lo vio como un acto de soberbia de un candidato que era promovido ya como un intolerante.

Lo que quizá me llevó a comprender el grado de necedad del Peje fue su autoproclamación como presidente legítimo de México. Quizá lo era. Y más allá del fraude, lo cierto es que le jugaron sucio, y fue una contienda dispareja. Pero su necedad de querer aspirar a gobernar el país, más allá de las instituciones, lo llevó a cometer exceso, como nombrar un gabinete paralelo que no tenía ninguna capacidad de acción, y si lo desprestigió como un autoritario e intolerante.

Lo último que puedo decir sobre el asunto son las reciente elecciones para gobernador en el Estado de México. Como el necio que es, se opuso terminantemente a una alianza entre el PAN y el PRD, y también esos partidos satélites que viven de él. No entendio que estaba metiendosé a la guarida del lobo y que necesitaría, como en Oaxaca, enfocar todos los recursos disponibles para sacar al PRI. No se trataba de una cuestión ideológica, si no más bien práctica. No se trataba en ese momento de tal o cual programa, si no de cortar una red de corrupción y clientelismo que cada día se arraiga más. No quiso ver que si se arriesgaba a perder esa elección, le estaba dando un cheque en blanco a lo peor de este país. Pero su opinión se impuso, su necedad pues, y perdió la elección. Y para terminar, se lavó las manos, diciendo que hubo fraude, a pesar de las cifras tan aplastantes, antes y después de la elección, no solo en materia de votos, si no de municipios perdidos por la izquierda.

¿Entonces porque voy a votar por un sujeto así? En un ensayo de Ortega y Gasset que tuve la oportunidad de leer hace algunos años, aprendí una importante lección. Las virtudes que hacen a un buen gobernante son diferentes a las que hacen a un buen hombre. Si bien en nuestra vida cotidiana enzalsamos virtudes como la moderación y la honradez, en un político se deberían buscar otras. No quiero decir que no importe si el político es un corrupto. Pero la honradez no le hará necesariamente un buen gobernante ¿Porque? Porque bien puede ser un honrado ineficiente en la administración pública, o austero pero inepto para mantener el orden y el buen gobierno de un país. Las virtudes entonces de un político deberían tener más que ver con su buen desempeño en las funciones públicas, y no tanto con aquellas que lo hagan apto para una correcta vida en sociedad. La historia nos da muestra de palomas que, cuando llegan al nido de los halcones, son devoradas por estos, y nada pueden ser por su país.

Tampoco quiero que se me mal entienda. No se trata de aspirar al poder, por el poder nada más. Aunque quizá esto sea la meta del político, como lo explico Maquiavelo en "El principe", en una democracia, cuando esta no es simulada, uno tiene la oportunidad de elegir entre proyectos de nación, aunque este sea seguir saqueando a la nación. No me refiero a los que aparecen en el discurso de cada candidato. Me refiero a los que podemos ver en nuestra vida cotidiana, cuando un partido gobierna. Ahora que hay más medios de información a nuestro alcanza, poco importa lo que diga un politico en su discurso, después de ver como gobierna él o los suyos.

Mi punto es que no bastan los proyectos de nación, hacen falta tambien hombres y mujeres con las virtudes (y hasta defectos) necesarios para imponerlos. Por que habiendo en una sociedad democrática una constante pugna por el poder, no basta ganar una elección, hay que tener (disculpenme la expresión) "pantalones" para concretar las propuestas escritas en papel.

Y por eso admiró, en forma un tanto maquiavelica, la necedad de Andrés Manuel. No es que piense que esta sea una cualidad en un político que aspire a gobernar un país autenticamente democrático. Pero en México estamos muy lejos de alcanzar una democracia plena. Aún vivimos con el lastre de viejas prácticas corporativistas heredadas del priato, así como el sugimiento de una plutocracia que se ha apoderado de las instituciones públicas del país. Una mafía como la llama Andrés Maniel.


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