miércoles, 11 de enero de 2012

Enloquecer

En este mundo, enloquecer es una táctica de supervivencia. No es, como antaño, una simple forma de vida alternativa, de la que uno pudiera prescindir. No. A diferencia del mundo de nuestros abuelos, no podemos darnos el lujos de tratar de vivir una vida normal. Quedó en el pasado, los buenos días de la abundancia, de la estabilidad y las esperanzas de un mejor futuro. Ahora, nos quedan los deshechos de aquellos sueños. No se alarme, compañero. No sea pesimista. No corra a la jarcería más cercana. Es cierto, usted tendrá que trabajar el doble para obtener la mitad. A diferencia de sus antecesores, tendrá que obtener un doctorado para darse la vida que antes tenía un empleado de la maquila. Pero no se angustie, le traigo buenas noticias. Por favor, paré de sufrir. La buena noticia es que el mundo esta a punto de acabarse, y con él, usted tambien pasará. No, no crea que me burlo de usted. No podría, porque los dos hemos de tener el mismo fin. Pero es que ante las crisis financiera, ecologica, alimenticia, petrolera y espiritual (esta última, es muy personal), he encontrado la manera de mantener la razón: Enloquecer un poco. Sí. Y de nuevo, no me burlo de usted. Pienselo un poco. Como yo, ha sido criado en una sociedad que le ha enseñado el valor de la familia, de la honradez y el trabajo. Hemos sido capacitados por las telenovelas, para luchar por un amor imposible y vencer todos los obtaculos para que el amor triunfe. Si usted es uno de esos chicos de la chaviza, habrá de pensar que tiene que ser popular y apuesto. Si es una mujer en sus treinta o cuarenta, pensará que tiene que ser decidida y audaz. Y en fin, usted ha sido educado para ser un triunfador. Pero le tengo buenas noticias, recientes estudios realizados durante mis noches de insomnio, me ha revelado que esto es imposible de conseguir. Los sueños de bajar el paraiso a la tierra, habremos de descartalos porque no tenemos la tecnología suficiente para esta mudanza. Dado que no podemos ser triunfadores ni apuestos, aún nos queda un recurso: fingir que no nos interesa. Hacernos pasar por locos. La locura brinda una paz temporal que no tiene par en este mundo. No nos da la pesada de carga de cambiar el mundo, simplemente nos permite distorsionarlo en nuestra mente, para dejar de sufrir por no cumplir con las espectativas.

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