miércoles, 11 de enero de 2012

Buscadme y viviréis





"Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis" Amos 5:4






Es curioso ver como hoy en día surgen cultos crístianos a diestra y siniestra. En los estantes de las librerías cristianas, se pueden conseguir remedios milagrosos para hacer crecer el número de la Iglesia y para que los servicios que esta ofrece sean mejores. Los antiguos sermones sobre la naturaleza de Dios se transforman hoy en conferenicas de autoayuda y promesas vacias de prosperidad. En medio de este contexto, existe un regreso a un fanatismo religioso en diversas manifestaciones. Por aquí y por allá surgen aquellos que se proclamas poseedores de la revelación divina, reencarnaciones de Jesucristo y los últimos profetas de los últimos tiempos. Más aún, existe una negación profunda de la razón como vínculo entre lo terrenal y lo eterno, y suele confundirse la fe en Dios con la irracionalidad de una creencia ciega en un doctrina basada en interpretaciones humanas.


Si uno estudia un poco de la historia de la Iglesia, podrá darse cuenta facilmente que esto no siempre ha sido así. Por supuesto, desde sus inicios han existidos numerosos debates en torno a las doctrinas que la Iglesia debería asumir como dogmas. Sin embargo, desde el primer Concilio en Jerusalem, la necesidad de dialogas, discutir y debatir los diferentes puntos de vista, siempre en la firme convicción de que la Palabra de Dios se revela en la razón, había sido parte fundamental de la vida cristiana eclesiástica. Contrario a los fanatismos dogmáticos de hoy en día.


Esto no es algo ajeno a la propia Biblia. Al diferencia de lo que se pretende hacer creer hoy en muchas Iglesias, el Dios biblíco no esta peleado con la razón, ni nos pide que dejemos nuestra capacidad de raciocinio para creer ciegamente en él. Por ejemplo, uno de los pasajes más bellos de la Biblia (es decir, uno de mis favoritos) es Proverbios 8. En este, la Sabiduría adquiere propía voz y nos revela como es que a través de esta, podemos encontrar la vida. Un concepto similar al que encontramos en Juan 1, donde se identifica a Jesucristo como el Logos, es decir, el principio ordenador del Universo.


Otra idea erronea que los nuevos cultos y denominaciones (supuestamente) cristianos quieren enfatizar es que como no podemos ver a Dios, no podemos creer en lo que vemos. Así, de un manotazo, toda afirmación cientifica pierde validez. Nada más falso. Basta recordar, el hermoso Salmo 19, para entender que Dios se ha de revelar a través de su obra. Esta idea es central en el libro de Job, donde se hace más referencia que en ningún otro, en la manifestación de la soberania de Dios a través de su creación. Es curioso observar que en Amos 5, donde se encuentra el famoso versiculo 4, ponde como referencia para buscar a Dios, su propia creación


"Buscad al que hace las Pléyades y el Orión,y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche;el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de latierra; Jehová es su nombre;"


Por último, habré de mencionar que en estos cultos, se suprime toda busqueda de una vida superior. Parecería una afirmación del todo falsa, ya que la religión cristiana tiene uno y mil preceptos para cumplir. Sin embargo, si se analiza con cuidado, tambien los israelitas en tiempos de Amós tenía una Ley bastante amplia y compleja, que regía prácticamente todos los aspectos de su vida. Entonces, si todo ya estaba escrito, ¿Porqué Jehova declará "Buscadme y viviréis"?. La respuesta nos la da el mismo Jehova en este pasaje: Buscarle no significa cumplir con una serie de mandatos, impuestos por una religión, ni con cultos y ceremonias


22 Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados.(B) 23 Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos.


24 Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo.


Aquí resalta una palabra: Juicio. Por este podemos entender, según nuestro diccionario


Facultad del alma, por la que el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso.


El problema radica que en las Iglesias se ha dejado de predicar el juicio, y en cambio, se promueve el adoctrinamiento. Así el dialogo entre semejantes, para discernir entre el bien y el mal, ha sido suplantadado por un monologo institucional, donde los líderes de los movimientos imponen su visión del mundo, bajo pretexto de que poseen la palabra de Dios.


Otro aspecto terrible que trata este pasaje es la banalización de la religión. Estoy convencido que si el Predicador viviera en estos días, ya habría sido expulsado de muchas congregaciones, por atreverse a hacer preguntas tan escandalosas como las que escribió en Eclesiástes. Sin embargo, son preguntas que siguen vigentes en el pensamiento de humanidad. En cambio, se promueve una cultura de la superficialidad: La mayoría de cantantes religiosos cristianos viven de adaptarse al ritmo en moda, para vender miles de discos en las librerías, y llenar estadios. Por supuesto, esto lo consiguen, porque los cristianos han dejado la busqueda de los profundos pensamientos de Jehova, como los describe el salmo 92, para oir letras sensuales que exaltan su ego. Es tan triste que estudios como el DNI muestran que entre mejor sea la preparación de un pastor, menos feligreses tiene. De ahí el duro juicio de Jehova "Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos."


Y todo viene de dejar de buscar a Dios en el sentido más puro. Asumimos que hemos descubierto todo de Dios, lo cual es una suposición si no arrogante, por lo menos ingenua, ya que ni siquiera tenemos idea de como es en realidad el Universo, pero pretedemos conocer todo de su Creador. Cerramos nuestra alma, para no escuchar la razón, para no ver la creación y para no discernir nuestras acciones. Le hemos creído a aquellos que nos dicen que poseen la verdad, y reusamos buscarla por nosotros mismos. Preferimos que otro nos diga que es lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo corrupto. Por eso el crecimiento nefasto de tantos cultos y denominaciones. Y aun así, a pesar de estre crecimiento númerico, podemos observar el vacio que existe en todos estos.


No es con cultos, ceremonías o celebraciones religiosas, ni con cuerpos doctrinales o música sensual, si no con el don más maravilloso que nos ha sido obsequiado, la razón, con el que podemos empezar a buscar la verdad y la sabiduría, aquella que hablaba en nombre de Jehova en los proverbios de Salomón, y quizá entonces, podamos empezar a vivir de verdad.

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